
Te asomas; detallas la punta de tus dedos, en el redoble de mi vientre; te extiendes como una caracola que recorre mis pezones, bajo una lengua nacarada. Y mis sueños crecen dentro y fuera de tu sombra; agigantando el temblor, que cabalga entre las manos. Me tienes; aprisionas mis pechos, con el aroma de tu aliento; sangras en mí; para derramarte todo. Y el cielo mezcla sus luces, con el infierno que desciende por tu espalda; te instalas; bebes el néctar de mi cuello, que desmaya entre los labios; en los senderos que electrifica tu silencio.
Como un trueno de felicidad, me cruzas en todas direcciones; te hundes; me pierdes; traspasas las fronteras de mis debilidades, para perderte en el naufragio de mi ser; y tu semen bautiza mi rostro, que navega en la perpetuidad de tus espasmos.
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